Hablar de Taringa! es un golpe directo a la nostalgia para millones de personas en Latinoamérica y España. La comunidad anunció que cerrará el próximo 24 de marzo, poniendo fin a un periplo de 20 años. Una noticia que ha desatado todo tipo de comentarios, considerando que el portal llegó a ser uno de lo más populares tanto entre el público de Argentina, su lugar de origen, como en la mayoría de los países de habla hispana del mundo.
En el anuncio, los responsables de Taringa! dejaron en evidencia su malestar por la decisión, pero argumentaron que «las condiciones de mercado y la competitividad de las redes sociales» no les permiten seguir adelante con el proyecto. También han prometido brindar más detalles sobre cómo se dará la baja de la plataforma, más cerca de la fecha antes mencionada.
Es cierto que Taringa! ya no era lo que alguna vez fue. Hasta la noticia de su cierre, el portal llevaba varios años experimentando una marcada caída en su popularidad. Es más, me animo a decir que muchos de quienes usaron el sitio durante su época dorada —entre quienes me incluyo— ya ni siquiera estaban al tanto de que seguía existiendo.
De todos modos, eso no le quita importancia o relevancia a lo que Taringa! generó durante muchísimos años. Hablamos de un proyecto pionero y de uno de los últimos bastiones de la web 2.0 que quedaban en funcionamiento. Una comunidad que durante su pico marcó a una generación de adolescentes y jóvenes, pero cuya llama terminó extinguiéndose bajo la sombra de su propio éxito.
Taringa! se creó en 2004 en Argentina, como un proyecto personal de un joven llamado Fernando Sanz. Pese a que el sitio nació como una suerte de foro para comunicarse con sus amigos, muy pronto fue creciendo hasta que se hizo técnica y económicamente imposible de sostener. A fines de 2006, el 90 % del portal fue comprado por tres socios —Alberto Nakayama y los hermanos Hernán y Matías Botbol—, a cambio de 5.000 dólares.
El auge y la caída de Taringa!
A partir del cambio de manos, comienza el proceso que lleva a Taringa! a convertirse en uno de los portales más populares de Argentina. Pero con una creciente presencia en países limítrofes, el resto de Latinoamérica y España. Que los usuarios pudieran publicar básicamente cualquier cosa que se les ocurriera, era una idea lo suficientemente atractiva como para que la popularidad de la web creciera de forma exponencial.
¿Necesitabas apuntes o explicaciones para tus tareas del colegio? Los encontrabas en Taringa! ¿Querías saber de la forma más gráfica posible cómo desatascar un inodoro? Lo encontrabas en Taringa! ¿Buscabas memes, troleadas o cualquier foco de conflicto posible en el que se pudiera interactuar? Taringa! era, sin dudas, tu lugar.
Pero lo que verdaderamente convirtió a Taringa! en Taringa! fue, con diferencia, el contenido pirata. Bajo la premisa de poder compartir cualquier cosa, con prácticamente cero moderación, el portal se transformó en el sitio ideal para encontrar software, videojuegos, películas, series, libros y un sinfín de material protegido por derechos de autor, que estaba disponible de forma gratuita y a solo un par de clics de distancia.
Los enlaces a servicios como Megaupload y FileServe plagaron el sitio, que desde 2008 en adelante experimentó una increíble explosión en popularidad. En 2010, Taringa! llegó a 4,5 millones de miembros, un crecimiento del 74 % en comparación con el año previo, y alcanzó los 60 millones de visitas únicas. Esto lo posicionó entre las 200 webs más visitadas del mundo.
En medio de su brutal expansión, el porno también jugó un papel crucial. Al punto tal que derivó en la creación de Poringa!, la versión XXX de la plataforma, que también gozó de altísima popularidad. De hecho, las cuentas de miembros de Taringa! y Poringa! eran las mismas, de modo que interactuar con ambos sitios era extremadamente sencillo.
La comunidad
Más allá de ser el lugar predilecto para la descarga ilegal de entretenimiento, Taringa! se volvió muy relevante por su comunidad de usuarios. Los famosos «taringueros». Más allá de que los comentarios en las publicaciones generaban gracia y espanto por partes iguales, la plataforma logró generar un importante sentido de pertenencia. Ganar puntos, subir de categoría y aparecer en la portada entre los «Top Users del mes» era verdadero motivo de orgullo.
Los usuarios de Taringa! destacaron por desarrollar hasta su propia jerga, siendo «Lince» el calificativo autoimpuesto de referencia. Y gestaron algunas movidas inimaginables, como la vez que un joven recurrió al portal para contar que había fabricado un bajo que quería regalarle a Paul McCartney. El caso ganó tal relevancia que se lo pudo entregar en 2010, durante una de las visitas del exBeatle a Argentina. Un suceso que, obviamente, fue seguido minuto a minuto por todos en la plataforma.
Aunque ojo, que no todo era color de rosas. Durante su momento de mayor popularidad, comenzó a crecer la controversia por el robo o plagio de publicaciones, y por las disputas entre los usuarios comunes y los moderadores, que hasta podían volverse personales. Además, el siempre turbulento clima político argentino se trasladaba a los posts y comentarios de Taringa!, alimentando la confrontación.
Juicio y adiós a las descargas ilegales: el principio del fin de Taringa!
Mientras el sitio disfrutaba de su momento de mayor popularidad, sus dueños recibieron un mazazo. En 2009, Taringa! fue denunciada por varias editoriales, en un esfuerzo conjunto con la Cámara Argentina del Libro, por permitir la distribución de libros pirateados. Nakayama y los hermanos Botbol fueron procesados en 2011 por violar las leyes de propiedad intelectual y obligados a pagar 50.000 dólares. Pero también se los envió a juicio oral, aunque terminaron absueltos en 2018.
En medio de todo ese extenso proceso legal, y tras quedar en la mira del FBI por el caso Megaupload, Taringa! le puso un freno a las descargas ilegales. Esto ocurrió en 2014, cuando el portal no solo prohibió la publicación de nuevos posts con enlaces a material pirateado, sino que también eliminó todos los links antiguos que persiguieran el mismo objetivo.
Esto es considerado por muchos como el principio del fin de Taringa!, puesto que el gran caudal de tráfico que se generaba solamente por los contenidos pirata desapareció prácticamente de la noche a la mañana. Desde allí en adelante, la plataforma intentó reinventarse como red social y mantuvo una base fiel de seguidores, pero su relevancia y masividad cayó en picado. De hecho, los responsables de la web implementaron un sistema de recompensas con criptomonedas para creadores de contenido original, pero, pese a un breve éxito inicial, no dio resultados a largo plazo.
El final
Para colmo de males, Taringa! sufrió un hackeo en 2017 que expuso las contraseñas de 28 millones de usuarios. Los responsables del sitio quedaron en el punto de mira no solo por la vulneración en sí misma, sino por la falta de un sistema robusto de seguridad. Tengamos en cuenta que el cifrado de los accesos era con el método MD5, que para entonces ya era anticuado.
Desde 2018 en adelante, el portal continuó funcionando con un formato más parecido al de Reddit que al original de Taringa!, pero con cada vez menos peso específico en la web. Con el foco de atención puesto en las redes sociales masivas y con la rápida evolución del sector tecnológico, el sitio terminó prácticamente en el olvido. Ni siquiera su venta a la empresa de blockchain IOVLabs, en 2019, ayudó a un repunte en su funcionamiento.
En los últimos tres años y fracción, Taringa! ha funcionado básicamente en piloto automático. En los comentarios del anuncio de cierre, muchos usuarios que habían desaparecido del sitio decidieron recuperar sus cuentas solo para despedirse. Una clara muestra de que, pese al paso del tiempo y el declive en popularidad, la plataforma dejó una marca indeleble en su comunidad.
La sentida despedida de los responsables ratifica ese sentimiento:
«Podrán llamarnos virgos, ácidos, insoportables, antisociales y todo lo que quieran. Pero hemos hecho historia y eso nadie nos lo podrá negar jamás.
Hemos sido el hogar de todo tipo de historias, todo tipo de personajes, todo tipo de sentimientos. Nos hemos metido en muchos líos y los hemos superado todos. Nos hemos puesto la bandera de una identidad que, aun a día de hoy, después de tantos años, sigue siendo relevante… el ‘taringuero’.
[…] Gracias por todo, taringueros. Lo que logramos juntos en estos 20 años quedará en la historia del internet para siempre».