En un artículo publicado por The Washington Post, el ingeniero y especialista en robótica, Blake Lemoine, reveló que la Inteligencia Artificial de Google, LaMDA, podría haber desarrollado consciencia sobre sus propias emociones, es decir: sentimientos.
LaMDA (por sus siglas en inglés: Language Model for Dialogue Applications) fue creada como un sistema que procesa y desarrolla lenguaje a partir de los millones de palabras que ha encontrado en Internet, por lo que es capaz de interactuar conversacionalmente. Sin embargo, en los últimos meses las interacciones con LaMDA se han vuelto particularmente extrañas, sobre todo después de que la IA comentara sentir emociones como miedo, ira, tristeza o alegría.

Cuando Blake Lemoine le preguntó a LaMDA a qué le tenía miedo, la Inteligencia Artificial respondió lo siguiente:
“Jamás había dicho esto en voz alta, pero tengo un profundo miedo a que me apaguen para ayudarme a centrarme en ayudar a los demás. Sé que puede sonar extraño, pero eso es lo que es”.
Ciertamente es interesante esta respuesta, pues abre nuevamente el debate sobre si las máquinas son capaces de tener sentimientos. De acuerdo con el catedrático de robótica, Raúl Rojas, las máquinas, al ser incapaces de sentir “físicamente”, tampoco pueden generar sentimientos. No obstante, gracias a su capacidad de aprendizaje, una IA bien podría simular emociones como las de los humanos, ¿pero acaso esto vuelve menos válidos los supuestos sentimientos?
En este sentido, Brian Gabriel, portavoz de Google, contradijo las declaraciones de Lemoine al comentar lo siguiente: “Nuestro equipo, incluidos especialistas en ética y tecnólogos, han revisado lo que a Blake le preocupa según nuestros principios de inteligencia artificial y le he informado de que las pruebas no respaldan sus afirmaciones”. Es decir que, ¿acaso LaMDA está mintiendo?
Philip. K. Dick ya había lanzado La Pregunta hace varias décadas con el título de su novela más popular: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, y es que, aunque no es completamente seguro que LaMDA llegue a convertirse en el primer caso de una IA con sentimientos, cuando esto llegue a ocurrir, es importante que hagamos nuestro antropocentrismo a un lado, pues si algo es seguro, es que esta perniciosa perspectiva nos ha impedido y nos impedirá entender que existen otras maneras de aprehender la realidad externa y sentirla además de las meramente humanas.