De John Walker a Isaiah Bradley: cómo ‘Falcon y el Soldado de Invierno’ explora el legado de Capitán América

Más allá de cómo nos parezca la segunda entrada televisiva de Marvel Studios en Disney+, el tema central de ‘Falcon y el Soldado de Invierno’ es claramente (y redundantemente ante la ausencia de subtexto que tiene la serie) el legado del Capitán América. Con Steve Rogers (Chris Evans) retirado, la serie busca explorar, mediante su propia aventura, ese simbolismo.

Ahí radica esa contraposición entre los personajes de Sam Wilson (Anthony Mackie) y Bucky Barnes (Sebastian Stan) y John Walker (Wyatt Russell). Los primero, herederos por «cercanía» del superhéroe y que ven de primera mano qué es lo que pasa cuando algo tan importante como el escudo del Capitán América acaba en manos equivocadas. Ese potente final del episodio 4 con Walker perdiendo los estribos es clara muestra de ello.

Porque más allá de sueros supersoldado, trajes, escudos y otras mandangas superheroicas la serie deja claro que el hábito no hace al monje y que en malas manos puede ser algo terrible. Este significado y legado del Capitán América es algo que desde Marvel llevan explorando prácticamente desde que se extinguió el fulgor de la Segunda Guerra Mundial y, con la contienda resuelta, el género de superhéroes decayó en interés.

La causa era simple: personajes como Capitán América y sus aventuras bélicas de ultramar recordaban tiempos para olvidar. A finales de 1946, el supersoldado, Namor, Antorcha Humana y esa hornada de héroes combatientes desaparecían porque, como el «Oloroso Pete» de ‘Toy Story 2‘, ya no había demanda para ellos.

Cuando casi dos décadas después Stan Lee y Jack Kirby decidieron recuperar al Capitán América para que liderase a ‘Los Vengadores’ en aquellos primeros números de 1964, eran conscientes de que hacer como que llevaba congelado desde finales de la Segunda Guerra Mundial borraba de golpe y porrazo todas las aventuras del Capi que se habían publicado desde poco antes de la caída de Berlín.

Pero, más allá de ese detalle nimio —que se intentaría resolver años después, ya hablaremos de ello— Lee y Kirby recuperaron al personaje de este último como un hombre fuera de su tiempo. Cómo reaccionaba al «nuevo presente» y qué iba a simbolizar ese escudo en una era tan contestataria como fueron los sesenta sería tocado de diferentes maneras a lo largo de los años.

Y, entre las decisiones que se tomaron en esa época destacó la de evitar meter al Supersoldado en una guerra. Concretamente en la de Vietnam«No sé si sería de buen gusto abordar algo tan serio enviando al Capitán América» declararía Stan Lee en su momento. Una posición diplomática teniendo en cuenta el debate que existía en torno a la intervención en el conflicto y curiosa si nos ponemos a pensar que el país del sudeste asiático era escenario recurrente de las aventuras de Iron Man y otros héroes.

Pero habían diseñado a los dos grandes lobos de guerra de Marvel (junto a Nick Furia) para que su campo de acción fuera el espionaje entre agencias poderosas y avanzadas científica y tecnológicamente como HYDRA e IMA. Sí, herederas del nazismo y con Cráneo Rojo intentando acabar con él, pero alejadas de lo bélico como si fuese una declaración de intenciones: Estados Unidos no está para guerras, es mucho más que eso.

John Walker y las «dos Américas»

Ese no perder el centro, el oremus en el sentido de qué simboliza la bandera, qué son los valores «típicamente americanos» y cómo hay que ensalzar un patriotismo «sano», por así decirlo, frente a corrientes políticas que intentan apropiarse de eso. Y aquí es de donde surgen y han surgido las mejores historias relacionadas con el superhéroe como la saga del Imperio Secreto de Steve Engleheart.

Un gran ejemplo es, precisamente, la creación del USAgente por parte de uno de los mejores guionistas que ha tenido el vengador, Mark Gruenwald. La intención con Superpatriota, como se bautizó al alter ego de John Walker, era enfrentar a las «dos Américas». Al neoyorquino urbanita de Rogers con un prototipo de redneck, del sureño rural.

Hasta podríamos hablar de Demócratas vs. Republicanos como las dos maneras de entender la vida y de vivir en la «Tierra de la Libertad». La rivalidad entre ambas visiones no tardó en hacerse notar como buen antagonista para la colección del Capitán América de esos mediados de los años ochenta. La época Reagan, que sumió al país en cierto pesadumbrismo, parecía el escenario perfecto para ello.

Los otros Capitanes América

Como dije al principio, la aparición de un congelado Capitán América en las páginas del número 4 de ‘The Avengers’ creaba un problema. Si ese era Steve Rogers, ¿quién era el que se dedicó a luchar contra comunistas a mediados de los años 50? Después de una «movida empresarial» con numerosos despidos, Martin Goodman inauguraría Atlas rescatando a la «Santa Trinidad» de los héroes de Timely: Capitán América, la Antorcha Humana y Namor en el número 24 (diciembre de 1953) de la antología ‘Young Men’.

Resolver esta contradicción supuso un ejercicio de retrocontinuidad por parte de Steve Engleheart casi veinte años después. En una pequeña saga, en ‘Captain America and The Falcon’ 155 (noviembre 1972), se reinterpretaría la aventura narrada por Carl Burgos revelando que ese no era el auténtico Steve Rogers sino un fan que, obsesionado por la desaparición de su héroe, descubre la fórmula del suero supersoldado y, no solo no contento con inyectársela a sí mismo, decidió operarse para tener el aspecto del Capi. Lamentablemente, la fórmula no estaba completa del todo y su salud mental quedó comprometida.

No fue el único apaño que tuvo que recibir el Capitán América de posguerra. Con los años descubriríamos que habría habido otras dos encarnaciones durante esas últimas aventuras en la Segunda Guerra Mundial y el periodo posterior.

Luego, con Steve Rogers ya vivito de nuevo en la Era Marvel, hemos tenido una serie de sustitutos oficiales, incluidos los protagonistas de la serie de Disney+. Un recién «resucitado» por Ed Brubaker Bucky Barnes cogería el escudo del Capitán América una vez este es abatido como consecuencia de la ‘Civil War’ de Mark Millar.

Años después (de volver a la vida) un Steve Rogers envejecido tras su paso por la Dimensión Z encontraría en Sam Wilson al nuevo Capitán América. El héroe negro empezaría una ardua labor llenando las botas del supersoldado no solo ante los villanos si no por todo el revuelo y discusión racial que supone esta suplencia. Algo que explotó más que Remender Nick Spencer, quien además de llevar la colección de Sam Wilson diseñaría la saga del Capitán América Hydra, en la que veríamos a un Steve Rogers «modificado» que busca la dominación global.

Una incómoda verdad

‘Falcon y el Soldado de Invierno’ se detiene en presentarnos uno de los episodios más oscuros de la mitología del personaje: Isaiah Bradley, también conocido como el «Capitán América negro», saca a colación la experimentación científica con afroamericanos en una historia inspirada en casos como el Experimento Tuskegee.

En ‘Capitán América: La verdad – Rojo, blanco y negro’, Steve Rogers se enfrentaba a una dolorosa verdad desconocida hasta entonces para él. Un cómic sobre esos conejillos de indias con los que el ejército de Estados Unidos estuvo probando el suero de Supersoldado antes que dar con la fórmula perfecta. Un relato tan contundente como deprimente creado por Axel Alonso y realizado por Robert Morales como guionista y Kyle Baker como dibujante.

Reportaje espinof.com

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